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17 de enero de 2025

El terremoto de Kobe cambió en Japón la forma de prepararse ante los sismos

Cada 17 de enero se conmemora en Japón el «Día de la Protección ante el Fuego y del Voluntariado», una forma de mantener viva la memoria histórica y la toma de conciencia ante las consecuencias que generó el terremoto de Kobe de 1995, el más mortífero en ese país desde 1923.

A las 5.46 horas de ese día un sismo de magnitud 6,9 se sintió en la parte sur de la prefectura de Hyōgo, producto de la activación de la falla «Nojima» y por ello, con un epicentro a sólo 16 kilómetros de profundidad. La ciudad de Kobe, con 1.500.000 habitantes y a 20 kilómetros del epicentro, sufrió los mayores daños en pérdida de vidas y materiales, además de numerosos incendios que afectaron amplias zonas destruyendo 7 mil edificaciones.

Un total de 6.434 personas murieron, 15 mil resultaron heridas y las pérdidas materiales representaron al 2,5% del producto Interno Bruto de japón en ese momento. Las imágenes de autopistas volcadas, edificios de oficinas y residenciales derrumbados y del fuego extendiéndose por la ciudad conmocionaron a todo el país.

Este sismo constituyó una fuerte llamada de atención para las autoridades japonesas de prevención de desastres, lo que llevó a la institucionales estatal a cambiar su política de prevención y respuesta, entre las que destaca que el control de incendios fue trasladado desde las oficinas locales de Bomberos hasta una base central en Tokio y Kioto; las fuerzas terrestres de Defensa obtuvieron autoridad absoluta para responder de inmediato ante una situación similar lo que hoy les permite desplegarse hacia cualquier punto del territorio en cuestión de minutos.

En prevención, grupos ciudadanos organizados comenzaron a ser parte de las actividades de panificación y educación sobre terremotos y tsunamis; la mayor parte de los gobiernos metropolitanos disponen de suministros de agua potable y comida localizados en puntos estratégicos y seguros; a partir de 1996 se han invertido millones de dólares para construir refugios a pruebas de terremotos en parques públicos; y en respuesta a los grandes daños en infraestructuras de transporte y su efecto en los tiempos de respuesta general, el Estado japonés empezó a diseñar rutas especiales de prevención, así como a reforzar las carreteras y edificios circundantes para mantenerlas intactas en caso de darse otro terremoto.